Un
año después de la inauguración del observatorio espacial Troya en la cara
oculta de la Luna, el ordenador central del radiotelescopio que procesa señales
provenientes del espacio exterior emite un informe inquietante.
Agamenón
lleva diez años en la Luna, trabajó primero en la construcción del observatorio
y luego, una vez en funcionamiento pasó a ser su director. Cada seis meses de estancia
en la Luna pasa tres de descanso en la Tierra. Sus conocidos le llaman lunático,
su familia nada, no tiene, está casado con su trabajo.
Cuando
lee el informe sabe que es importante y que debe transmitirlo inmediatamente a su
jefa. Por consenso entre estados, con el objetivo de dejar libre de satélites
la Luna, las comunicaciones entre la cara oculta y la Tierra se consiguen de
forma mixta. Se montó una red de fibra óptica, permitiendo de esta forma la comunicación
entre asentamientos, conectada con las estaciones situadas en la cara visible
que son las que se vinculan a los satélites terrestres.
Mientras
prepara el correo, Agamenón no para de darle vueltas al comunicado. El
radiotelescopio analiza una región secreta de nuestro sistema solar, por donde
se sospecha que transita un planeta relacionado, según la leyenda, con el fin
del mundo, el planeta Nibiru.
En
el escrito, decodificada la señal interceptada por el radiotelescopio, se puede
leer en perfecto hebreo:
Se destruyó,
cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la
tierra. Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron
las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno.
Transcripción
fiel de un fragmento del Apocalipsis de Isaías 24.4-5.
Agamenón
se conecta con la estación más cercana en la cara visible, envía el mensaje para
que lo remita a la Tierra y aguarda la señal de confirmación. Por más que
esperó no obtuvo respuesta.
Pues sí, inquietante...y mucho...
ResponderEliminarNo se puede ir más directo...
Orson Welles se sentiría un aprendiz
a su lado