sábado, 30 de enero de 2021

El felicidador

 

La fábrica donde trabaja Nico se dedica a montar robots. La inteligencia artificial ha significado una revolución en el mundo laboral. Los trabajos rutinarios los realizan los robots, lo que favoreció en su día un aumento exponencial del paro. Ante un crecimiento de los disturbios que amenazaron el orden mundial, la ONU instauró la paga vitalicia universal, justificada por el ahorro en gastos estructurales de los estados al disponer de mano de obra robótica.

Los autómatas durante el siglo XXI se hicieron poco a poco más inteligentes, al principio no sabían que eran robots, hasta que llegó un momento en que supieron que lo eran, aparecieron sentimientos asesinos hacia sus creadores y entonces nos precipitamos en la Gran Crisis que nos llevó casi a la desaparición de la especie humana. Por suerte ya ha sido superada gracias a gente como Nico.

Nico, como de costumbre, al llegar a la fábrica por la mañana  accede a la cafetería de la segunda planta del edificio de administración, lugar de reunión de trabajadores de diferentes departamentos donde se habla de los temas de actualidad antes de incorporarse a sus puestos de trabajo. Unos compañeros están comentando las últimas decisiones tomadas por el Superordenador que gobierna en su ciudad y Nico con su eterna sonrisa en su semblante dice:

─No pienso votarlo en las próximas elecciones.

Mario, su compañero del Departamento de Montaje, le contesta con una obviedad, riéndose como todos los presentes por el chiste de Nico:

─Pero si hace muchos años que los políticos no existen, la inteligencia artificial los ha sustituido después de demostrar que es el mejor sistema de gestión posible.

            Nico trabaja en el Departamento del Comportamiento Robótico. Al despedirse, y aun riéndose, se pone la gorra y se dirige a su despacho. La gorra es su instrumento de trabajo, es equivalente al teclado y pantalla de un ordenador del siglo XX, por medio de ella se comunica con los robots recién salidos de la cadena de montaje.

El despacho de Nico es uno de los más importantes, en consonancia con la tarea que realiza. En la pared  destacan su título de Protección Cognitiva y su placa como miembro de la asociación del síndrome de Down de la ciudad. Nico se sienta en su butaca y comienza con su tarea que consiste en comunicarse con los robots para influir en sus sentimientos. Su especialidad radica en  aportar lo más importante para su correcto funcionamiento y evitar otra Gran Crisis, la felicidad.


1 comentario:

  1. Menudo futuro nos espera
    ¿De verdad son tan malos malísimos los políticos que hay que sustituirlos por un Superordenador?
    ¿No sería mejor guiarse por la sabiduría popular tan arraigada que dice "más vale loco conocido que sabio por conocer"...
    Aparte de ésto, el relato, visto desde el punto de vista de ciencia-suspense-ficcion está muy bien

    ResponderEliminar